He vuelto
-a ahogarme-.
Hundida en el hielo del ático,
en los primeros centímetros del colchón.
Congelada en el invierno del verano
perdida en el agujero del océano
-incrustado en la foto de mi habitación-
entre tu sombra y la última canción superviviente que sonaba en aquel bar.
Me pitan los oídos por la presión de tus palabras
no llega suficiente oxígeno a mis pulmones
me asfixio,
en los últimos diez versos
recitados sin plural.
Toco fondo
puedo sentirlo,
la rabia clavada en el esternón,
la clavícula destrozada por la poesía
y el suelo acolchado;
con todas las lágrimas que he dejado caer
por mis costillas
desde el último naufragio
en aquel barco de papel.
Soplo,
le soplo.
Se moja y se rompe.
Mi vida empapada
-de lágrimas-.
Ha vuelto.
A hundirse.
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